Lee atentamente el siguiente relato:

 

Castillos en el aire
Luciano Sívori

— ¿Por qué no me cuenta todo desde el principio?
— ¿Qué quiere que le diga, Hart? Hay intrusos en mi casa, en mi propia casa. Los veo a través de los espejos, los oigo, los percibo. ¿Me entiende?
A menudo, un velo de tristeza opacaba los resplandecientes ojos azules de Henry Dunn.
— Déjeme ver si le entiendo: ha permanecido años recluido en su propia fortaleza, en su… emm… castillo; y ahora me llama para denunciar que ha sido invadido por extraños.
Se trataba, según describiera Dunn, de una fortificación construida sobre una mota, de tres murallas en torno a un montículo central que servía de baluarte.
— Detective, no soy un demente. Sé lo que escucho. Aquí dentro he logrado evitar exitosamente los peligros del exterior. La soledad (me dije un día) es mi gran refugio. Me convertí en lombriz, en un trabajador subterráneo que debe moverse en la negrura.
Hart se acomodó en el asiento y tosió. Su mirada recorrió el espacio, observándolo todo. En su mente se preguntó qué improbable cadena de eventos desdichados había traído a Henry Dunn a tan espantoso lugar.Castillos1
— Sr. Dunn —frunció el ceño—, ¿exactamente cómo cree que puedo ayudarlo?
— ¿Usted tiene arena en las orejas, muchacho? Le acabo de decir: quiero que se deshaga de los extraños. Es como en ese cuento del viejito, ¿sabe de qué le estoy hablando, no? Ese en el que a una pareja le ocupan la casa progresivamente y tienen que mudarse de habitaciones, hasta que los terminan echando.
Hart rió. La alusión le resultó adecuada. Decidió seguirle el juego.
— ¿Cuál es su tarea dentro del castillo?
— Uff… ¿por dónde comienzo? ¡Siempre hay tanto para hacer! Limpiar, ordenar, organizar. Camino por los pasillos, siempre solo, y mis pies se hunden en la mugre. El crepitar del fuego de la antorcha me impide ver con claridad los rincones desordenados, pero me las ingenio. El lugar me lo conozco de memoria, desde chiquito. Y aquí trabajo, como un gusano, sin prisa pero sin pausa. ¡Qué animal tan útil! ¿No lo cree? Removiendo la tierra, excavando largas galerías en el suelo gracias a la musculatura invertebrada de su cuerpo…
— ¿Cuándo empezó a sentir una presencia ajena? —quiso saber Hart.
— ¡Relájese, hombre! ¡Que yo ya iba a llegar a eso! —Henry Dunn se rascó la cabeza con brusquedad—. En fin, ¿qué le estaba diciendo? ¡Ah, claro! En ocasiones he sentido leves murmullos. A veces le eché la culpa al viento, otras a mi imaginación. Finalmente me convencí de la verdad: estaban invadiendo mi espacio. ¿Y sabe qué es lo que más me molesta?
— Dígamelo.
— Que ese alguien viene de afuera, donde está la peste, la enfermedad. ¡Más mugre! ¡Más mugre para que limpie el infeliz de Henry Dunn! ¿A usted le parece? —cerró sus ojos y puso las manos sobre su cabeza. La respiración se volvió agitada—. Allí afuera está la muerte, esperando impaciente.
Steven Hart cerró sus ojos, acongojado. “Se acabó el juego… aunque tiene esbozos de realidad, son trazos demasiado finos, difusos…”. Anotó una pequeña cruz en su agenda, miró hacia el espejo de su derecha y negó con la cabeza.

Detrás del espejo, un hombCastillos0re de bata blanca hablaba a un pequeño grupo.
— Es un hecho lamentable. “Henry Dunn” ni siquiera es su verdadero nombre. El sujeto muestra un peculiar caso de desorden disociativo, impulsado por un trauma de la niñez —los observadores apuntaron aquello en su libreta—. Fue hallado por un grupo de muchachos en una vieja fortaleza en ruinas al norte del país. Su madre lo abandonó con tan solo siete años. Aprendió las habilidades básicas de supervivencia por su cuenta, y se alimentó principalmente de lombrices. Como pueden apreciar, hemos podido enseñarle las herramientas básicas de comunicación: puede hablar, leer y escribir. Incluso demostró una especial afinidad por la literatura de Cortázar. Pero en su cabeza nunca salió de aquel lugar.

Hart se levantó de la silla con un resoplido y salió de la habitación. Cuando se reencontró con el grupo acotó:
— Ocasionalmente detecta la realidad, pero no encuentra los medios para reconocerla.
Acurrucó las manos en sus bolsillos y miró, a través del vidrio, a su paciente. Dunn movió los ojos para todos lados. En su mente el camino se visualizó sombrío y el pasillo tenía un aspecto siniestro. Un torbellino de aire agitó el polvo y atravesó el corredor. Los susurros habían vuelto a comenzar. Miró hacia el espejo y la oscuridad lo cubrió todo.

 

Actividades

1. ¿Cuál era el problema que aquejaba a Henry? Explica.
2. Henry Dunn afirma que no es un demente, ¿qué razones da para asegurarlo?
3. Relee el siguiente extracto:

“Me convertí en lombriz, en un trabajador subterráneo que debe moverse en la negrura.”

a) Explica qué similitudes existen entre Henry y una lombriz.
b) ¿Qué evento de su vida hizo que Henry desarrolle una fijación con las lombrices, los lugares oscuros y la tierra?

4. Herry es un sobreviviente, ¿qué elementos lo demuestran?
5. Relee el siguiente extracto:

“— Sr. Dunn —frunció el ceño—, ¿exactamente cómo cree que puedo ayudarlo?
— ¿Usted tiene arena en las orejas, muchacho? Le acabo de decir: quiero que se deshaga de los extraños. Es como en ese cuento del viejito, ¿sabe de qué le estoy hablando, no? Ese en el que a una pareja le ocupan la casa progresivamente y tienen que mudarse de habitaciones, hasta que los terminan echando.
Hart rió. La alusión le resultó adecuada. Decidió seguirle el juego.”

a) ¿A qué famoso cuento se refiere Dunn cuando habla de la pareja a la que le “tomaron la casa” y los terminaron echando? Si no lo sabes, investiga, pregunta o consulta en Internet.
Para que tengas un mejor resultado, te damos algunas pistas sobre el autor de este cuento:

1. Si te encuentras con un tal Lucas, pregúntale por su nombre.
2. Al final del juego, la Rayuela es su preferida.
3. Dicen que la “famas” nunca se le subió a la cabeza.
4. Su apellido aparece en este mismo cuento.
5. Si hasta ahora no lo descubriste, quizás necesites instrucciones para llorar.

b) Luego de investigar, ¿estás de acuerdo con Hart en que la alusión fue adecuada?

6. Relee los siguientes fragmentos:

a) “Hay intrusos en mi casa, en mi propia casa. Los veo a través de los espejos, los oigo, los percibo. ¿Me entiende?”

b) “Steven Hart cerró sus ojos, acongojado. “Se acabó el juego… aunque tiene esbozos de realidad, son trazos demasiado finos, difusos…”. Anotó una pequeña cruz en su agenda, miró hacia el espejo de su derecha y negó con la cabeza.”

c) “Acurrucó las manos en sus bolsillos y miró, a través del vidrio, a su paciente. Dunn movió los ojos para todos lados. En su mente el camino se visualizó sombrío y el pasillo tenía un aspecto siniestro. Un torbellino de aire agitó el polvo y atravesó el corredor. Los susurros habían vuelto a comenzar. Miró hacia el espejo y la oscuridad lo cubrió todo.”

6.1) ¿Quiénes son los verdaderos intrusos que invaden la casa de Dunn?
6.2) ¿Estás de acuerdo en que Dunn tiene esbozos de realidad? Explica.
6.3) El estar encerrado en una institución mental y sometido a una constante observación, ¿ayuda a su recuperación? Fundamenta.

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