Deletrearte

Lee atentamente el siguiente relato:

 

Deletrearte
María Cristina Ramos

Laura se llamaba. Cada vez que me acuerdo. En ese tiempo no había estos edificios. Éramos una escuela rancho. Yo estaba recién recibida. Por eso me sentía más segura haciendo papeles, o preparando la comida para los chicos, que enseñando. Me daba maña para trabajar con los de grados grandes. ¿Pero y los más chicos? No me animaba.
Me fui haciendo la vida de la escuela. En el campo la escuela es todo. Siempre que uno sepa ganarse a la gente. Ellos tienen su tiempo, no son muy abiertos al principio, pero el primer 25 de Mayo conseguí que vinieran casi todos. Festejamos con chocolate y una abuela vino a hacernos tortas fritas. Cuando a la tardecita llegó Don Nicanor Paredes, fue la algarabía. Había carneado un chivo y lo traía para hacerlo en la escuela. Primera vez que
se acercaba. Era el padre de dos de los chicos, uno de cuarto y otro de segundo. Muy respetado en todo el paraje, Don Nicanor.
Yo sabía que significaba mucho su presencia, porque era seguro que los otros, que todavía dudaban, se iban a ir acercando a la escuela.
Y así fue. A fin de año ya teníamos veintidós chicos. Laura, entre ellos. Era una negrita escuálida y de ojos brillantes de picardía. Enseguida se apegó a mí. Iba donde yo iba y me seguía dando unos saltitos como de rana nueva.
Con ella empecé a enseñar lectoescritura. Yo, la verdad, no confiaba en lo que había aprendido. Me parecía mentira eso de que enseñando de a pedacitos pudieran los chicos aprender a leer o escribir. Yo temía que solo fueran falsas teorías. Pero lo intenté. Laura me miraba como con paciencia. Me hacía dudar. Yo estaba segura de estar haciéndolo mal, muy mal. Pero nos queríamos tanto que después de cada clase salíamos juntas a dar una vueltita por ahí. Algunas veces dimos la clase junto al río. Clase, o como se llamara eso que nos sucedía, cuando mi mano llevaba su mano chiquita y dibujábamos juntas letras en la arena.
Hasta que un día, yo estaba corrigiendo en la mesa del comedor, de espaldas a la ventana. Laura frente a mí, apoyada en sus codos y con la carita sostenida en los puños. Algo empezó a decir. Cuando realmente la escuché,
demoré todavía un tiempito en entender, porque estaba metida de cabeza en el procedimiento fallido de las divisiones por dos cifras. Además porque la voz de Laura salía en pedacitos, como respiraciones, con un sonido o dos. Canción susurrada parecía. Lenta y como para dormirse.
–La ma… la, ¡no!… al ma cén y y car ni ce. ¡Almacén y carnicería!
Cuando terminó de deletrear yo vi en sus ojitos el reflejo del almanaque que teníamos en la pared, justo a mi espalda. Y no me moví, para seguir viendo ese brillo y la carita de entender y el deslumbrarse por el descubrimiento, y mis propias trenzas cayendo en la mesa del tiempo en que mamá amasaba, mientras yo escribía con mi lápiz mordido y papá se asomaba sobre mi hombro. Y después tampoco me moví, aunque se me cayó la lapicera, porque tenía una agitación en el pecho que no me dejaba hablar. Y ella lo supo y dio la vueltita para tomarme la cara con sus manos amigas y me abrazó y yo sentí que había empezado a ser una maestra y que estaba en el único lugar en que debía estar.
Después hablando con Erasma, la otra maestra, le expliqué y me lo expliqué. Yo esperaba que Laura se largara a leer en uno de esos libros que nos mandaban los del Consejo.
O en el cuaderno que juntas íbamos haciendo. Pero nunca en un almanaque, nunca en un atardecer, nunca en ese rato en que yo estaba casi distante de ella, corrigiendo los cuadernos de los chicos más grandes.
Mi abuela sabía decir que hay un momento en que el corazón empieza a volar y uno lo sabe. Un momento en que el corazón se mueve y no es el latido de otras veces, sino un latido como un clavel apretadito que se lleva el aire. Y que es cuando has empezado a volar, a existir también en otro pecho, o en otro sitio. Si es así, ese fue mi primer vuelo y tal vez por eso sigo acá, en las escuelas del campo.
Me acuerdo de que esa vez saqué la medalla de Santa Rita que llevaba colgada, y la puse en su cuello. Ella me miró tan hondo, como solo ella sabía.
Laura se llamaba. Laura Antinao. Y no me voy a olvidar nunca.

 

Actividades

El cuento realista

1. Indicá con una X los momentos particulares de la vida que se presentan en el cuento.

__ El final de la vida.
__ El redescubrimiento de la vocación.
__ El descubrimiento de la vocación.
__ La iniciación a la lectoescritura.

a) Buscá en el texto fragmentos que permitan justificar tu respuesta.
b) ¿Cómo se relacionan los momentos que marcaste? Comentalo con un compañero.

2. Buscá palabras o frases que describan a los personajes y el ambiente.

3. Completá la lista con los elementos que se describen cuando la maestra y Laura están juntas en la mesa del comedor.

  • La postura de Laura leyendo.
  • …………………………………………
  • …………………………………………
  • …………………………………………

¿Por qué pensás que la descripción incluye todos esos “detalles”? ¿Te parecen importantes o superfluos?
Explicalo.

4. Conversen: ¿los sucesos que se narran en “Deletrearte” se parecen a lo que puede suceder en la vida real? ¿Por qué?

Los cuentos son narraciones ficcionales. Los hechos narrados, por lo tanto, son imaginarios, productos de la invención de un autor. Cuando los sucesos se parecen a la vida cotidiana y podrían formar parte del mundo tal como lo conocemos, se trata de un cuento realista.
El recurso de la descripción cumple varias funciones en este tipo de cuento. Ciertas palabras, construcciones o frases descriptivas crean imágenes de los personajes, objetos, espacios que nos permiten “verlos” y dotarlos de identidad.
Además de esta función “visualizadora”, las descripciones colaboran con la verosimilitud del relato, es decir, crean “verdad” porque hacen creíble el universo ficcional. Construyen el efecto de lo real. Se mencionan lugares geográficos, o hechos históricos, fechas más o menos precisas, y se emplean variedades lingüísticas que representan usos reales del lenguaje.

5. Releé el cuento y explicá cuál es la función de los fragmentos que nos ubican en el lugar de trabajo de la maestra y donde estudia Laura.

El narrador

1. ¿Quién narra la historia? Indicalo con una X y transcribí un fragmento del cuento para justificar tu respuesta.

__ Una maestra experimentada.
__ Una niña amiga de Laura.
__ María Cristina Ramos.
__ Una maestra que está comenzando a ejercer su profesión.

• Comenten en grupo: ¿cómo describe la narradora la comunidad donde se halla la escuela? ¿Por qué creen que afirma “En el campo la escuela es todo”?

2. Explicá a qué hace referencia la narradora cuando dice “ese fue mi primer vuelo”.

El autor es la persona real que escribe el texto y el narrador es la voz ficcional que construye el autor para relatar los sucesos. De acuerdo con el grado de conocimiento que tenga sobre los hechos, podemos distinguir tres tipos de narrador.

• Narrador testigo: es un personaje de la historia; puede estar presente durante los hechos que narra, pero no los protagoniza. Cuenta lo que ve o lo que le contaron. Utiliza la primera persona para expresar sentimientos u opiniones y la tercera para contar los hechos.

• Narrador protagonista: es el personaje principal de la historia. Utiliza la primera persona para narrar los hechos.

• Narrador omnisciente: no es un personaje. Sabe todo lo que ocurre en la historia, incluso los sentimientos o pensamientos de los personajes. Utiliza la tercera persona.

3. ¿Qué tipo de narrador tiene “Deletrearte”?

¿En qué persona gramatical está narrado el cuento? ¿Se utiliza el plural, el singular o ambos? ¿Por qué?

Reflexioná, leé y escribí

  1. Conversen: ¿qué información ofrecen los diálogos sobre la forma de ser de los personajes y sus características?
  2. La narradora introduce solamente en una oportunidad la voz de Laura: ¿en qué momento lo hace? ¿Cómo lo hace? ¿Qué efecto busca?
  3. Escribí una continuación del diálogo entre la maestra y Laura, luego de que la niña lee. Tené en cuenta que en sus palabras deben reflejarse la personalidad y la edad de cada una.

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1 Comentario

  1. Me gustaron mucho los textos. Muy buenas también las actividades. Soy bibliotecaria y comparto muchas lecturas con mis alumnos. Generalmente prefiero el disfrute pleno, el gozo de escuchar sin que los chicos estén pendientes de tener que luego responder. Sin embargo aprecio el buen contenido de lo que ofrecen y la extensión de los mismos. Felicitaciones. Y gracias. Espero poder seguir disfrutando de sus escritos.

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