Lee atentamente el siguiente relato:
La muerta
Guy de Maupassant
La había amado locamente! ¿Por qué se ama? ¿Por qué se ama? Qué extraño es no ver en el mundo más que un solo ser, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios: un nombre que sube continuamente, como el agua de un manantial, desde lo profundo del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se murmura incesantemente, en todas partes como si fuera una plegaria.
No voy a contar nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una historia, que es siempre la misma. Yo la conocí y la amé. Sólo eso. Viví de sus ternuras, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos, totalmente atadas, aprisionadas y absorbidas por todo lo que procedía de ella, de una manera tal que no me importaba si era de día o de noche, ni si estaba vivo o muerto, en ésta, nuestra vieja tierra, o en cualquier otro sitio.
Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé. Hace tiempo que no sé nada (…)
Sin saberlo, sin desearlo, fui hacia el cementerio. Encontré su tumba, tan sencilla, con una cruz de mármol blanco, con estas pocas palabras: Amó, fue amada y murió. (…)
Quise pasar la noche, la última noche, llorando sobre su tumba. Claro, que podían verme y echarme del cementerio. ¿Qué hacer? (…)
Me acurruqué debajo de un árbol, me escondí entre sus ramas sombrías. Esperé, aferrándome al tronco como un náufrago a una tabla.
Cuando la noche se hizo cerrada, abandoné mi refugio y me puse a caminar despacio, con pasos lentos, silenciosamente, por esa tierra llena de muertos.
Anduve de un lado para el otro, sin encontrar la tumba de mi amada. (…)
No había luna. ¡Qué noche! Estaba muy asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Nada más que tumbas! A mi derecha, a mi izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de ellas… ya no podía seguir andando. Las rodillas se me doblaban. ¡Oía los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un rumor confuso, que no podía definir. ¿Ese rumor estaba en mi cabeza, en la noche, o debajo de la tierra, la misteriosa tierra sembrada de cadáveres? Miré a mi alrededor.
No puedo decir cuánto tiempo estuve allí. Sólo sé que estaba paralizado de terror, helado de espanto… Estaba a punto de morir.
De golpe, me pareció que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado, se movía… Sí, se movía como si alguien tratara de levantarla. De un salto fui hasta la tumba contigua, y vi, sí, vi perfectamente cómo se levantaba la losa sobre la cual había estado sentado. Enseguida apareció el muerto, un esqueleto desnudo, que empujaba la losa desde abajo con su espalda encorvada. Lo vi claramente, lo vi a pesar de la oscuridad.
En la cruz pude leer: Aquí yace Jacques Olivant, fallecido a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bondadoso y honrado. Murió en la gracia de Dios.
El muerto leyó también lo que estaba escrito en la lápida. Luego buscó una piedra en el suelo, una piedra pequeña y filosa, y empezó a rascar las letras. Las fue borrando lentamente, y con sus ojos vacíos contempló el lugar donde habían estado grabadas. Luego, con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió con letras luminosas, como las líneas que se trazan en las paredes con una piedra de fósforo: Aquí yace Jacques Olivant, fallecido a la edad de cincuenta y un años. Con disgustos, apresuró la muerte de su padre para heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo y murió como un miserable.
Una vez que terminó de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Entonces miré a mi alrededor y me di cuenta de que todas las tumbas estaban abiertas y todos los muertos habían salido de ellas para borrar las mentiras que sus parientes habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. (…)
Todos escribían al mismo tiempo la verdad, la terrible y santa verdad que todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, cuando estaban vivos.
Entonces pensé que también ella habría escrito algo en su tumba. Y corrí, corrí sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre cadáveres y esqueletos, fui hacia ella seguro de que la encontraría enseguida.
Estaba envuelta en el sudario, no le vi el rostro, pero la reconocí. En la cruz de mármol, donde poco antes había leído: Amó, fue amada y murió, ahora leí: Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante, enfermó de pulmonía y murió.
Parece que me encontraron al amanecer, sin conocimiento, tendido junto a una tumba.
Imágenes tomadas del blog:
http://lorena-jara.blogspot.com.ar/2011/06/ilustracion-fantastica-fantastic_20.html
- Describe los sentimientos del protagonista durante la etapa del amor.
- ¿A partir de qué conductas concretas el protagonista expresa su desesperación por la pérdida de su amada?
- Extrae del texto un fragmento que ponga de manifiesto la intensidad de su dolor.
- ¿En qué lugar se desarrollan los hechos? Justifica extrayendo fragmentos del texto.
- Describe a los “habitantes” de aquel lugar.
- ¿Cómo interpretas lo que dice el protagonista: “…el amor sólo tiene una historia, que es siempre la misma.»
- Qué tipo de narrador cuenta la historia. Justifica extrayendo fragmentos del texto.
- Describe el sentimiento de terror del personaje.
- ¿A qué se refiere el narrador cuando dice: “… la terrible y santa verdad que todo el mundo ignoraba”?
- ¿Cuál es el dolor que siente el protagonista del cuento: la muerte de su amada o el haber sido víctima de un engaño amoroso? Explica.
- Los personajes que aparecen y los lugares en que se mueven, ¿son o podrían ser reales? Explica.
- ¿Cuál es el hecho sobrenatural que ocurre en el cuento? Explica.
- Según lo que pudimos ver, ¿cómo clasificarías a este cuento fantástico? ¿Por qué? Explica.
- Imagina cómo se conocieron y se enamoraron estos amantes. Elabora un relato de no menos de diez renglones.
Aah, con que de acá mi profe saca la tarea? jajaja saludos a la profesora Maria Jose Zarza…
Fue muy intenso . Y te hace reflexionar sobre algunas cosas
Que profundo se sintió
Que suspenso