Lee atentamente el siguiente relato:
Historia de los dos que soñaron
Anónimo
De las historias más entretenidas, no debemos sacar ninguna conclusión. Hete aquí lo que ocurrió a don Farrández, de Sevilla, que hijo de una gran fortuna era y todo lo había perdido. Entre el juego y la bebida, sólo la descascarada casa donde vivía y la parcela de tierra donde cabía su único limonero le restaban. Bajo el árbol, dormía con pena y sin pausa. Pero, en sueños, un hombre, oculto el rostro bajo una capucha negra, le dijo que, en Madrid, la gran capital, en un jardín tres veces más grande que el suyo, encontraría un tesoro que lo haría rico en oro, plata y rubíes. Que, con el tesoro, le dijo el desconocido en sus sueños la segunda noche, compraría un jardín cien veces más grande que aquel de Madrid en el que estaba enterrado. Que, con el tesoro, le dijo a la cuarta noche, viviría por siempre ya sin necesitar cosa alguna. Vendió, pues, el hombre su descascarada casa y se guardó para sí sólo el pequeño trozo de tierra donde cabía el limonero, para tener donde caerse muerto si su sueño fracasaba. Y, con el dinero de la venta, marchó, en carruaje, a Madrid.
Llegó agotado y sediento, pero, antes de beber o descansar, se dirigió a pie a la casa revelada en sueños. El desconocido le había indicado, con pelos y señales, el lugar de la casa y el sitio exacto del tesoro en el jardín. «No es mucho lo que hay que cavar». Llegó, pues, de noche y con pala. No se fijó, siquiera, si habitaban la casa, si dormía o no el dueño, si la cuidaba o no un perro. «Si el personaje de un sueño me revela un tesoro,» -se dijo Farrández- «no me lo habrán de quitar un perro o un hombre». Pero la realidad es la realidad y los sueños, sueños son. Y el ruido de la pala contra la tierra, y la agitada respiración de Farrández, despertaron al dueño de casa.
Corrió hasta el intruso con un arma de fuego, apuntándole a la frente preguntó:
– ¿Qué haces en mi casa, a esta hora, cavando en mi jardín?
– Le ruego me disculpe – dijo nuestro soñador -. No soy un ladrón. Durante cuatro noches, en mis sueños, se ha aparecido un desconocido diciéndome que aquí mismo, en su casa, en su jardín, bajo esta tierra, reposa un tesoro de oro, plata y rubíes que me está destinado sólo a mí.
– Hombre necio – le contestó el adormilado dueño de casa – no cuatro sino cientos de noches, un hombre se ha presentado en mis sueños para decirme que, en Sevilla, bajo un limonero, me aguarda el más grande tesoro en oro, plata y rubíes que pueda encontrarse en toda España. Incluso, en las cuatro últimas noches, el hombre de mis sueños me ha dicho: «Apúrate, pues sólo resta el limonero». ¿Y crees que me he apresurado? ¿Crees que he prestado el menor crédito a mis alocados sueños? Si los hombres corriéramos tras las profecías de nuestros sueños, nos chocaríamos unos contra otros y el mundo sería un caos. Vete a dormir ya mismo, que yo haré otro tanto.
Sin perder un minuto, don Farrández regresó a Sevilla, a su pequeño trozo de tierra y a su limonero. Llegó de madrugada y agotado, con la pala. No descansó, se puso a cavar de inmediato. Y, por supuesto, allí estaba su tesoro de oro, plata y rubíes.
Actividades
1. ¿En qué situación económica se encontraba el protagonista de la historia? ¿Qué grado de responsabilidad tenía él mismo sobre esa realidad?
2. ¿Por qué crees que al vender lo que le quedaba no vende el limonero? ¿Te pareció acertado?
3. ¿Por qué el dueño de la casa del sueño de Farrández no hizo caso a su propio sueño?
4. Según tu opinión, ¿por qué el hombre de los sueños no les dijo a ambos que el tesoro estaba en sus propias casas? Explica.
5. En caso de tener un sueño parecido al del protagonista, ¿dejarías todo e irías en busca del tesoro prometido?
6. ¿Qué enseñanza podemos sacar del relato?
Otras Actividades
1. Describe el marco narrativo de la historia (tiempo, lugar, personajes).
2. ¿Qué motiva el viaje de Farrández? ¿Qué problema encuentra en su búsqueda?
3. ¿Por qué deja un limonero para su propiedad y qué importancia tiene en la historia?
4. ¿Qué diferencia tiene con el dueño de la casa en lo que sueña? ¿Eso le da alguna ventaja final?
5. Opinión personal:
a. Los sueños: ¿pueden ser reales? ¿Cómo y por qué puede ser así? ¿Puede un sueño predecir lo que va a pasar?
b. Escribe películas que recuerdes que traten de sueños y otras en que se busque un tesoro.
c. Cuenta un sueño sobre algún lugar de san Blas que recuerdes o, si no, uno que elijas.
6. Busca en internet, información sobre los sueños premonitorios y explicaciones de por qué puede ser.
7. Subraya en el texto del primer párrafo: sustantivos (cosas que se nombran) y verbos (acciones) en distinto color. Recuerda que los verbos marcan acciones, estados, procesos; y los sustantivos nombran seres, cosas animadas e inanimadas.
8. Inventa un cuento con un sueño revelador o premonitorio en donde el personaje se salva de algo que le podía ocurrir o mejora su vida.
Otras actividades
Luego de leer el relato anterior, lee el siguiente:
Historia de los dos que soñaron
Jorge Luis Borges
Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme) que hubo en El Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió, menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto, que el sueño lo rindió una noche debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño un hombre empapado que se sacó de la boca una moneda de oro y le dijo: «Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla» A la madrugada siguiente se despertó y emprendió un largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos, de las naves, de los piratas, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres.
Llegó el fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había junto a la mezquita una casa y, por el decreto de Dios Todopoderoso, una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron con el estruendo de los ladrones y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo, y le menudearon tales azotes con varas de bambú que estuvo cerca de la muerte. A los dos días recobró el sentido en la cárcel. El capitán lo mandó buscar y le dijo: «¿Quién eres y cuál es tu patria?» El otro declaró: «Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Mohamed el Magrebí» El capitán le preguntó: «¿Qué te trajo a Persia?». El otro optó por la verdad y le dijo: «Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque aquí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que esa fortuna que prometió deben de ser los azotes que tan generosamente me diste».
Ante semejantes palabras, el capitán se rio hasta descubrir las muelas del juicio y acabó por decirle: «Hombre desatinado y crédulo, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo en cuyo fondo hay un jardín, y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol una higuera y luego de la higuera una fuente, y bajo la fuente un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, engendro de una mula con un demonio, has ido errando de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma estas monedas y vete».
El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la fuente de su jardín (que era la del sueño del capitán) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompensó y exaltó. Dios es el Generoso, el Oculto.
Actividades
1. Usa tu imaginación y responde, ¿cómo habrá perdido sus riquezas el protagonista?
2. ¿Qué similitudes y diferencias puedes mencionar con respecto a la primer historia?
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